Thomas Alva Edison, inventor
de la bombilla y de un sinnúmero de creaciones en el siglo XIX tenía un muy
buen motivo por el cual esmerarse a desarrollar uno de los inventos más
innovadores y necesarios de la historia: la bombilla.
Edison vivía en una época en
donde las velas se llevaban el protagonismo durante la inspiración nocturna, el
problema era tener que llevarlas a cualquier lugar como si hiciese parte de
cada uno. Lo paradójico es que durante la invención de la bombilla, las velas
se encargaron de iluminar las extensas horas de trabajo de este personaje. Pero
ese no era el problema, Edison le tenía miedo a la oscuridad y esto se le
convirtió en un incentivo más para llevar a cabo su invención.
Así lo retratan algunas
historias de la época y libros contemporáneos, como el escrito por Dante J.
Pieramici y Ferenc Kuhn llamado "Ocular trauma: principles and
practice".

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